La oposición a Milei y la necesidad de un proyecto a la altura de la historia

Por Diego Genoud (*)

En los días previos, los datos que llegaban a San José 1111 ya indicaban que la movilización iba a desbordar las expectativas. Los intendentes y organizaciones que convocaban a marchar avisaban que las personas que querían viajar a Buenos Aires eran el doble o el triple de los que se movilizan en una marcha tradicional. La decisión judicial de otorgarle a Cristina Fernández de Kirchner la prisión domiciliaria el martes a la tarde no pudo impedir el acto, pero sí obligó a redefinirlo. A esa altura, los que venían de más lejos ya estaban en camino, preparados para una concentración que iba a empezar a las 10 de la mañana frente a Comodoro Py, la cueva edilicia del partido judicial. Por eso, miles de personas que viajaron durante horas estuvieron en la calle desde muy temprano y empezaron a llegar a Plaza de Mayo alrededor del mediodía.

Inhabilitada de por vida para ejercer cargos públicos, la ex presidenta miraba las imágenes desde su departamento y tenía decidido un doble mensaje. El primero estaba grabado. El segundo inauguró una nueva modalidad de diálogo entre líder político y multitud. Cristina habló desde el teléfono de uno de sus colaboradores con un militante de su máxima confianza que estaba en la Plaza y su voz empezó a sonar en vivo y en directo. Nunca, ni siquiera en los años dorados del kirchnerismo, los manifestantes habían prestado tanta atención a un mensaje de CFK. Hacía falta concentrarse para escuchar la palabra de alguien que no estaba de cuerpo presente. Aunque lo emocional dominó una jornada en la que se mezclaban la incredulidad con el agradecimiento, una frase penetró en lo más alto e interpeló a los enemigos de Cristina. “El verdadero poder económico sabe que este modelo se cae y por eso estoy presa”.

Datos y cifras confirman todos los días que La Libertad Avanza está atada un esquema inviable: argentinos de clase media alta que aprovechan la ficción del dólar barato para viajar al exterior en masa, importaciones que vuelan (+29,4% interanual en mayo), exportaciones que caen (-7,4% interanual), la plata que no alcanza en los barrios, cierre de empresas, conflictivas laboral y los datos de la precariedad y el pluriempleo que conviven con un desocupación en alza (7,9% )y un desempleo juvenil récord (19,2% entre las mujeres).

El 18 de junio quedará en la historia del peronismo. Se verá si será la fecha del “partido homenaje” a Cristina, la única definición de relativa trascendencia que el presidente logró colar en las últimas tres semanas. O si será el punto de partida para la enésima resurrección del peronismo en el terreno electoral. Los contornos del bloque opositor a Milei todavía no están definidos y el heterogéneo arco de los que marcharon tiene más coincidencias en los NO que en los SI.

Mientras le habla a sus seguidores, la ex presidenta dedica una parte de su tiempo a descansar a sus odiadores más intensos. En su departamento, hay dos televisores. En uno, está encendido siempre Canal 26, la señal local que le dedica a las noticias internacionales la trascendencia que tienen. En el otro, Cristina hace zapping y se divierte con la grilla en la que se superponen los agitadores que chatean y entrevistan al presidente, incluso cuando no tiene nada que decir. Milei no solo pierde rating: también credibilidad entre aquellos que todavía mantienen alguna expectativa en salir con vida del experimento de ajuste, deuda y atraso cambiario.

Aunque los defensores de la casta judicial descorchen, el fallo de la Corte Suprema conecta a Cristina con Lula en forma directa. El presidente de Brasil anunció que irá de visita a San José en 10 días cuando venga a Buenos Aires para que Milei le entregue la presidencia pro tempore del Mercosur. A partir del Grupo de Puebla, el peronismo se movió rápido para lograr que el líder del PT anuncie un gesto que no fue automático. Lula atraviesa un momento complicado con caída en las encuestas, tensión con los mercados y una inflación más alta de lo esperado. Fue un aliado insospechado de Cristina el que llamó a Celso Amorin para advertirle que Lula, que estuvo detenido 580 días en su país, no podía hacerse el distraído.

Después de que Trump inició la guerra comercial con China, el antiguo líder sindical viajó a Beijing para reunirse con Xi Jinping y se prepara para que Río de Janeiro sea sede de la cumbre de los Brics, tres días después de su viaje a Buenos Aires. Será el anfitrión de 20 países, entre los que están también Irán, Arabia Saudita y Rusia.

La detención de Cristina reagrupa al peronismo en busca de un orden todavía incierto. El cambio de ánimo y la sabiduría que CFK invocó en su mensaje deberán encontrar forma concreta en apenas dos semanas. La centralidad de la ex presidenta y el inédito raid mediático de Maximo Kirchner dan cuenta del nuevo tiempo, pero también insinúan lo que parece un enroque imposible. El líder de La Cámpora sale fortalecido de sus diálogos tardíos con periodistas y puede disponerse a encabezar la boleta en la tercera sección electoral, pero su perfil de candidato más allá de las legislativas choca con un rechazo muy alto y asoma como una prueba de riesgo. La incertidumbre en torno a Milei genera la ilusión de que el peronismo vuelva al poder central en 2027, pero la prioridad de CFK siempre fue la provincia de Buenos Aires. ¿La ex presidenta tiene un candidato propio para suceder a Axel Kicillof?

El golpe de la Corte Suprema contra Cristina despertó solidaridad en sectores que hasta hace dos semanas la querían fuera de la cancha. Nadie sabe si esa renovada ternura se va trasladar a la pequeña discusión de las listas, el bonsai que durante casi un año tapó el bosque de desafíos que el peronismo tiene por delante. La unidad puede ser una confluencia pero necesita ser sobre todo un proyecto común, que esté a la altura de la historia. Y del presente.

Máximo recordó en los últimos días que durante los 12 años de gobierno de sus padres ningún dirigente opositor ni empresario de medios fue preso. Todo lo contrario pasó con el revanchismo que desplegaron las almas puras de la república a partir de 2015 y que tuvo en la causa con el fallo supremo la más pesada de sus réplicas. De ellos habla Cristina cuando alude a la derecha mafiosa.

En un marco de fuerte descrédito del sistema de partidos, que tiene el ausentismo en niveles récords, el peronismo apuesta a representar a los que desertaron o migraron hacia Milei. Un informe de la consultora Equipo Mide aportó precisiones sobre la desconexión con el sistema político. Ante la pregunta sobre por qué decidió no participar de las elecciones, el 56% no dudó en responder que lo hizo por “rechazo al sistema político” y un 33% adicional demostró que su decisión fue de lo más consciente. El 21% dijo que decidió no ir a votar por “falta de representación” y el 11% aseguró que lo hizo “por escepticismo electoral”. Por último, el 12 % expresó una insatisfacción más direccionada hacia el gobierno de Milei y afirmó que se abstuvo de emitir su voto “por pesimismo y cuestionamiento al gobierno”. Ante ese mundo de indiferentes y enojados, una dirigente que lleva más de dos décadas en el centro de la política intenta recuperar legitimidad para la democracia y el peronismo.

El fallo judicial de Horacio Rosatti, Ricardo Lorenzetti y Carlos Rosenkrantz delata un problema excede al PJ de Cristina y afecta a toda la dirigencia política. Sin diálogo con la ex presidenta desde hace 10 años, Miguel Angel Pichetto está entre los que consideran que el equilibrio de poderes murió y que la Justicia engendró una nueva oligarquía conectada con los grandes medios de comunicación. Jueces que ganan el doble o el triple que un senador, tienen 45 días de vacaciones al año en el exterior y organizan fiestas como si fueran empresarios del primer mundo. En un país en crisis permanente, con una economía que acumula 11 años entre el estancamiento y la recesión y el ciclo de fenomenal endeudamiento externo que reinició Macri, la asimetría con el poder judicial se volvió absoluta y letal.

Pichetto no ve a la Argentina en el espejo de Brasil sino en el de Perú, donde desde que Fernando Belaunde Terry abandonó el poder, en 1985, ningún presidente pudo eludir la persecución judicial. Desde hace casi 20 años, la estabilidad se restringe al sillón del presidente del Banco Central Julio Velarde Flores. A Velarde le fue bastante mejor que a Alan García, el presidente que lo nombró en 2006 y se suicidó en 2019, cuando recibió una orden de detención en el marco de la causa Odebrecht.

En el Círculo Rojo algunos pretenden que la inhabilitación de Cristina allane el camino a una forma de peruanización y le abra la puerta a un peronismo del orden que no discuta los postulados del catecismo de mercado. Sería profundizar un camino que ya existe hoy. Sin capacidad de alterar los marcos de la realidad, los márgenes de acción de la dirigencia política se reducen al mínimo. Ganar elecciones termina demasiado rápido en frustración y convierte antiguos votantes en desertores.

(*) Publicado en El Destape