Por María Alejandra Viola (*)
En el marco de haberse presentado nuevamente el proyecto de ley en la legislatura sobre la creación en nuestro ámbito provincial de la nueva institución de Extinción de Dominio, es que no puedo más que expresar mi agrado y desear que sean muchos los legisladores que se plieguen a esta iniciativa, que había perdido estado parlamentario.
Con esta figura procesal, el Estado podrá recuperar bienes vinculados con delitos complejos. Y la trascendencia radica en que se trata de una herramienta jurídica importantísima para combatir la corrupción, la malversación de fondos, los bolsos con dólares revoleados en los conventos y las valijas de dinero. También para darles un buen uso a las obras públicas abandonadas, a las casas y escuelas no edificadas y todos los bienes que han sido producto de la corrupción. Lo importante es que ese dinero vuelva a la gente y a la sociedad.
En momento como hoy, que estamos siendo testigos de juicios públicos que llevan años, estamos reclamando y trabajando para que los representantes nuestros administren con pericia nuestros bienes, tan básico y simple como eso, “honestidad”.
La sociedad harta clama porque las cosas se hagan, y se hagan bien. Y ese hartazgo es provocado por varios factores, siendo el que ocupa el mayor lugar del podio, la corrupción.
Hay que ordenar en todos los aspectos la composición republicana de nuestra estructura administrativa pública. Para ello es necesario implementar políticas que integren un procedimiento estructural que converja al bien común. Es esencial alcanzar la conciencia ciudadana del deber ser en función de las normas que se dictan en las legislaturas por un lado, y la aplicación eficiente de la justicia de esas mismas normas, por otro.
Para ello, se necesitan legisladores preparados en estar junto al vecino y plasmar las necesidades en normativas claras y de sentido común, que sean aplicables sin más; y por otro lado, una justicia que interprete la necesidad de llegar a tiempo con la cosa judiciable y su eficiente aplicación. Ambas manos, normativa y control, harán una sociedad más armonizada.
Y en todo este marco, la educación es esencial, en todos los estamentos de la vida en sociedad. Desde la educación primaria, donde la actitud pedagógica debe estar centrada para que el niño sea formado en el cumplimiento del deber como respeto inclaudicable hacia el otro. Siguiendo por la formación secundaria, con el mismo valor pero avocado a la práctica de una vida sana, tanto en lo personal, como en lo grupal.
Este proyecto que vemos con mucho agrado que vuelva a reeditarse, tiende a detener y, en su defecto, a resarcir a los ciudadanos por el robo al Estado, en sus diferentes variantes, malversación, coima, negociaciones incompatibles con la función pública, entre otros delitos, y forma parte de otros proyectos que se deberán sancionar y promulgar en el mismo sentido de detener la pérdida de los dineros públicos y nuestra decadencia como sociedad.
Hoy, si robaste, lo devolvés y mañana ya no habrá lugar a los mismos hechos si elegimos ciudadanos que nos representen con los valores formados, en donde el sistema vigente de impunidad y complicidad ya no exista, y donde imperen los valores de respeto tanto a la persona como a los bienes públicos.
(*) Exdiputada provincial por la UCR