Boleta única, el miedo de “Cambiemos” a Milei

Por Eduardo Valdés (*)

En los últimos días asistimos con asombro a la avanzada de la oposición, los medios hegemónicos y grupos de poder para instalar el tema de la necesidad del cambio del sistema de boleta electoral. Los mismos que hace algunos años nos hablaban de la boleta electrónica como el mágico remedio para todos los problemas de nuestra Democracia, hoy nos hablan de la boleta única en papel en la misma tónica. No sólo nuestra oposición se alejó de la defensa de la boleta electrónica: Alemania abandonó ese sistema por haberse comprobado que presentaba enormes deficiencias y una alta vulnerabilidad. De igual manera, la boleta única en papel que hoy pretenden instalar representaría un claro retroceso en la calidad democrática de nuestro país, que hoy tiene indudablemente temas más urgentes que resolver en materia social y económica.

Todos los “papers” que nos han inundado en estos días rezan “solo 16 países no usan el aclamado sistema de Boleta única”, pero nunca nombran a esos Estados.

Decidimos averiguar quiénes son y entonces nos encontramos con Noruega, Suecia, Finlandia, Uruguay, etc.

Puesto en consideración con el ranking de calidad de la Democracia 2021 elaborado por la Unidad de Inteligencia de The Economist, estos países cuyos sistemas son considerados las democracias más avanzadas del mundo, utilizan sistemas electorales que con esta lógica serían el atraso. 8 de estos países integran el ranking de Democracias plenas, que es la máxima calificación que este ranking le da la calidad institucional de cada país. Basta con mirar a las democracias Escandinavas, España e Incluso Uruguay, que junto a Argentina, son los países que utilizan este método electoral en la región.

Es decir: los países con mayor calidad democrática no difieren mucho del sistema electoral argentino. Vamos rumbo a los 40 años de gobiernos democráticos de manera ininterrumpida. En nuestra nación existe una alternancia democrática consolidada. A nadie le roban una elección. Puede haber falencias, pero los resultados son siempre indiscutibles y los traspasos de mando son ordenados y pacíficos, entre sectores políticos que están en las antípodas e incluso disputan los gobiernos con gran intensidad de adversarios. Pero nunca hay denuncias de fraude. Sinceramente, en este tema veo más miedo al surgimiento de otro Javier Milei que a la aparición de un sistema electoral superador.

Veamos el renombrado caso de la provincia de Santa Fe, que tiene el sistema de boleta única. Allí, se vota el mismo día para gobernador y para el poder legislativo. Siempre el gobernador que triunfa, termina perdiendo en el Parlamento, lo cual es extraño. Además, al tener boletas por cargo, se produce una suerte de “balcanización” de los parlamentos, donde quedan debilitadas las organizaciones y partidos políticos frente al poder creciente del narcotráfico. Puede ser más permeable al surgimiento de figuras que hacen de su aparición televisiva su militancia política, por lo que transformamos a los dueños de los medios en los árbitros de la política. De la Santa Fe con boleta única de papel emergieron Miguel Del Sel, Amalia Granata y Carolina Losada, que, con el mayor de los respetos, nunca antes habían tenido militancia partidaria.

Hay algunos argumentos esgrimidos por quienes hoy instalan este debate, que son falaces. Por ejemplo: no sólo se seguirían necesitando fiscales, sino que serían más importantes que ahora, ya que habría que controlar boleta por boleta, como está marcada por el elector. Además, en algunos casos podría haber boletas de un metro cuadrado, con todos los candidatos para todas las categorías de todas las listas. No sería una exageración poner lupas en el cuarto oscuro, para que quienes tienen problemas de visión logren ver con claridad donde está el pequeño casillero con los candidatos que deseen votar.

Argentina cuenta con diversos defectos a corregir, pero el sistema institucional está firme. Si uno mira los países vecinos la comparación es elocuente. Chile acaba de implosionar su sistema político. En Perú, asumieron cinco presidentes en cuatro años. En la Colombia de Duque se atraviesa una crisis institucional. Venezuela, señalada como la gran oveja negra de la región, tiene boleta única. Brasil, donde es mundialmente conocida la influencia de la red O Globo en poner y sacar presidentes, también utiliza la boleta única.

No es una cuestión de conservadurismo, sino de defensa de la calidad democrática. Si uno mira con detalle ve que los países con mayores niveles de calidad institucional y de acceso a la participación democrática, no adoptan la boleta única en papel.

(*) Diputado nacional del Frente de Todos