Por Rubén Pagliotto (*)
Ahora, uno puede sentirse satisfecho y con la conciencia tranquila por el laburo que hizo y los resultados logrados, pero solazarse, descorchar champagne o festejar con impostada y desmedida alegría el encierro de alguien en una cárcel, me parece morboso, de mala gente y con atisbos de perversidad patológica. Uno la ve a Goyeneche pavonearse exultante y feliz – con el apoyo irrestricto y ostensible de los grandes medios nacionales que sólo y únicamente han escuchado su mendaz, deformada y descontextualizada versión- como si tuviera algo que ver ella con la condena a Urribarri y los demás consortes de causa, mintiendo descarada, alevosa e impúdicamente, al afirmar que su destitución por el Jurado de Enjuiciamiento de Entre Ríos fue promovida por el exgobernador Urribarri y el círculo aúlico que lo rodeaba, “en represalia a su cruzada contra la corrupción”.
Y ni hablar del director de Análisis, quien me refería en otros tiempos a Pedro Báez -abundan testigos de ello- como su “hermano de la vida de Reconquista”, el pueblo natal de ambos, regodeándose en su programa televisivo de los miércoles, ante la posibilidad de que fuera a cumplir prisión preventiva con Aguilera y Urribarri y dándole una innecesaria y rústica centralidad a ese aspecto de su otrora “hermano de la vida”, a quien seguramente le deberá algunos favores, como se suele decir con cierto ARCAismo en el lenguaje coloquial y desestructurado.
Esas cosas poco agradables y con sabor a miserabilidad y procacidad humanas, sumado ellas a las mentiras esparcidas urbi et orbi por la destituida fiscal doblemente copropietaria con Opromolla bajo la estrategia comunicacional del actual director de Radio de la Plaza, ayribuyéndose méritos que no tiene ni tuvo y cambiando tramposamente los ejes de discusión, me generan enfado y náusea Sartreana y de la otra también.
De todos modos, como alguna vez dijo con proverbial maestría y lucidez José Martí: “muy a menudo la JUSTICIA es apenas un sueño, que al final se cumple”. Ojalá, por el bien de todos y el mal de ninguno, este sueño se cumpla pronto, poniendo las cosas en su lugar y llamándolas por su nombre. Quien calló primero y mintió después ante una jueza de la constitución; ocultó una relación de amistad y de copropiedad con un imputado de una causa en la que actuaba como coordinadora; que abusó groseramente del poder ante un ciudadano que cometió el pecado de responder, ante una pregunta suya, que a su esposo lo veía en el Estudio Contable de Pedro Opromolla (por el que todos los meses ella pasaba a retirar la renta de sus inmuebles alquilados), mandándolo a allanar y secuestrarle su celular (cuando no hizo lo propio con su amigo y copropietario imputado), no merecía estar cumpliendo una función tan importante y esencial para el estado de derecho y la democracia republicana, habiendo el Jury dictado en consecuencia y a la luz de las profusas y abundantes pruebas de cargo una resolución absolutamente ajustada a derecho y proporcional a las gravísimas faltas de la mitómana exprocuradora adjunta y fiscal anticorrupción quien, como si fuera poco, junto a su superior inmediato Jorge Amilcar Luciano García, urdieron y garantizaron repulsiva impunidad a los máximos responsables políticos del mayor saqueo cometido al erario público provincial a través de los contratos truchos de la legislatura, habiendo quedado sólo comprometidos penalmente funcionarios y empleados del nivel medio hacia abajo, dejando absolutamente liberados a senadores, diputados y vicegobernadores, que se desenpeñaron como tales entre el 10/12/2007 y el 20/08/2018.
Si todos esos hechos, acciones y conductas no revelan aleves actos de corrupción, pido disculpas entonces por no haber entendido nada ¿Será tan así?
(*) Abogado denunciante de Urribarri y dirigente radical
Publicado en El Entre Ríos