No volvieron mejores

Francisco Álvarez (*)

Todavía tengo fresco en mi mente el ardid electoral de la campaña del 2019, mitad sincericidio, mitad falacia, donde el kirchnerismo prometía que “volverían mejores”. Y resultaba mitad sincericidio porque ese postulado reconocía que de bueno habían tenido poco, y mitad falacia, porque en realidad nunca tuvieron la intención de mejorar en nada.

Después queda a la interpretación de cada uno, de cómo existieron muchos argentinos que creyeron. Tal vez algunos decidieron simplemente creer, otros castigar, y así la lista de razones puede ampliarse hasta el infinito. Lo cierto es que la verba inflamada apelando al pedido de una nueva oportunidad tuvo el éxito que el kirchnerismo esperaba.

Obviamente, en menos de dos años de gobierno de los que “volverían mejores”, alcanza y sobra para darnos cuenta que era todo humo. Y qué no sólo no volvieron mejores: todos los días agregan capítulos que los empeoran de manera alarmante. El comportamiento y las actitudes de Cristina Fernández de Kirchner días a las elecciones PASO son la demostración cabal de la voracidad del poder, sin importar las consecuencias institucionales.

No busco en estas líneas desarrollar todo lo malo que se ha hecho en estos casi dos años. Ya todos lo sabemos. Pero gracias a Dios no he perdido el poder de asombro y aún me cuesta creer el manotazo de ahogado, a la luz del día, sin tapujos ni vergüenza, que el kirchnerismo ha adoptado para dar vuelta el resultado de las PASO.

Lo más triste de todo es que desde el gobierno se reconoce que son medidas electoralistas. Y lo que antes hubiera sido un maquillaje tenue, en silencio, hoy se grita a viva voz. La entrega de kits con electrodomésticos (heladeras, cocinas, estufas y garrafas), los aumentos a jubilados, asalariados y el cambio en los mínimos del impuesto a las ganancias, son solo algunas de las maniobras que se ponen en marcha sin rubor alguno.

Hay otros capítulos que inundan el ambiente de vergüenza, como el cambio de discurso en sólo una semana respecto del cepo a las exportaciones de carne. Resulta que la medida, defendida a ultranza por el kirchnerismo local y provincial, hoy se transforma en un pedido de golpe de timón. O sea, hasta hace algunos días no importaba la producción, los empleos de la cadena cárnica y el circuito económico en los pueblos del interior. Ahora tampoco, pero resulta que esa medida insólita ha restado votos y por unos meses conviene que se levante. Sí, sólo por un tiempo, luego todo volverá a la “normalidad” con las medidas históricas del kirchnerismo plagadas de odio y resentimiento contra el campo.

Así estamos. En medio de una batería de medidas cortoplacistas que buscan poner una moneda en los flacos bolsillos de los argentinos, que los haga cambiar de opinión. Pero como han vuelto peores, ni siquiera enmarcan estas medidas en un plan económico y productivo serio y responsable. Simplemente señalan que es para que “los votes”. El después de las arcas públicas, del déficit y de tu futuro, no les importa en absoluto. Se trata de mantener el poder a como dé lugar. Y en eso están. Especulando con tu conciencia.

(*) Presidente del Nuevo Espacio, partido integrante de ETER y de Juntos por Entre Ríos