La voucherización de la educación

Por Cinthia Wanschelbaum (*)

Como parte de su doctrina del shock y de su guerra contra la educación pública, el gobierno de Javier Milei anunció la creación del Programa de asistencia “vouchers educativos”. Según lo que indica la resolución, “consistirá en una prestación temporaria a favor de las familias cuyos hijos asisten a instituciones educativas públicas de gestión privada de niveles inicial, primario y secundario con aporte estatal”. Esa prestación “consistirá en una suma de dinero” que recibirán “quienes ejerzan la responsabilidad parental”.

Durante la campaña electoral y en diversas entrevistas, Milei sistemáticamente atacó a la educación pública y propuso como alternativa los vouchers. También en la plataforma de La Libertad Avanza, en su apartado sobre la educación, se propuso -en su primer y segundo punto- el sistema de vouchers y “descentralizar la educación entregando el presupuesto a los padres en lugar asignarlo al Ministerio, es decir, financiando la demanda”. Milei está haciendo lo que claramente dijo que iba a hacer. Las políticas concretas están confrontando los argumentos de quienes justificaron su voto diciendo que no iba a hacer lo que decía que haría.

¿Qué son los vouchers? Sintéticamente, podemos afirmar que es la economía del libre mercado en la educación. Es una propuesta creada por Milton Friedman, uno de los padres ideológicos del presidente. En términos ideales, es un sistema que consiste en que los gobiernos subsidian a la demanda en lugar de la oferta. El dinero se otorga a los padres o alumnos -en vez de financiar a las escuelas- para que ellos decidan libremente a qué escuela asistir/pagar, sea pública o privada (escribo todo en masculino porque es así como aparece en las fuentes). De ese modo, las escuelas públicas pasan a ser financiadas mediante el pago de cada alumno. Lo que se pretende es generar un mercado educativo y competitivo.

Este proceso tiene varias consecuencias imbricadas entre sí. En primer lugar, la educación deja de ser concebida como un derecho para ser considerada como una mercancía. Más allá de que en los considerandos del programa presentado por Milei se plantee, en el marco de la Ley de Educación Nacional, que la educación es un derecho personal y social, el efecto de la voucherización de la educación es su mercantilización, la escuela pasa a ser considerada como una empresa prestadora de servicios por la lógica empresarial y los alumnos se convierten en clientes por los cuales competir. Se montan sobre el marco legal vigente para argumentar políticas a favor de su proyecto político educativo de liberalización de la educación.

En segundo lugar, significa un embate contra lo que Adriana Puiggrós denomina como Sistema de Instrucción Pública Centralizado Estatal (SIPCE), es decir, el sistema educativo que supo construir el Estado-Nación en los últimos 120 años, precisamente la misma cantidad de años en los que Milei considera que Argentina está en decadencia. Es un elemento fundamental de su batalla cultural y de la doctrina del shock que está aplicando el gobierno.

El extraordinario libro que escribió Naomi Klein, que analiza en profundidad esta doctrina, comienza con el relato del huracán Katrina ocurrido en 2005 en Nueva Orleans. En ese contexto, un Friedman casi moribundo vio en ese desastre una oportunidad para aplicar su perverso programa, particularmente en el campo de la educación. Escribió un artículo en The Wall Street Journal titulado “The Promise of Vouchers”, donde comienza diciendo: “La mayor parte de las escuelas en Nueva Orleans están en ruinas al igual que los hogares de los alumnos que asistían a clase. Los niños se ven obligados a ir a escuelas de otras zonas y eso es una tragedia. También es una oportunidad para emprender una reforma radical del sistema educativo”.

En ese contexto de profunda crisis humanitaria, la reforma radical del sistema educativo que propuso Friedman consistió en “proporcionar a los padres cheques escolares sustanciosos” de modo que sean libres de elegir la educación que consideren mejor para sus hijos. Como cuenta Klein, una red de think tanks y grupos estratégicos de derecha se hizo eco de la propuesta de Friedman y se abalanzó sobre la ciudad estadounidense con el propósito de convertir los colegios de Nueva Orleans en “escuelas charter”; es decir, escuelas públicas estatales que pasarían a ser gestionadas por instituciones privadas. La administración de Bush apoyó estos planes financiando dicha conversión. Klein cuenta cómo “la subasta del sistema educativo de la ciudad se realizó con precisión y velocidad dignas de un operativo militar. En menos de diecinueve meses, con la mayoría de los ciudadanos pobres aún exiliados en sus hogares, las escuelas públicas de Nueva Orleans fueron sustituidas en su totalidad por una red de escuelas charter de gestión privada. Antes del huracán Katrina, la junta estatal se ocupaba de 123 escuelas públicas; después, solo quedaban 4. Antes de la tormenta, Nueva Orleans contaba con 7 escuelas charter, y después, 31”.

Traigo este relato para mostrar que este programa de vouchers es foco principal del programa político, económico, ideológico y educativo del ultraliberalismo. El temor a que en Argentina ocurra lo mismo o algo similar que en Estados Unidos, o en Chile, con sus procesos de privatización de la educación, no es producto de elucubraciones de quienes nos oponemos fervorosamente a la destrucción del sistema de educación pública. Es efecto de las enseñanzas que nos convida la historia.

(*) Investigadora del CONICET IICE-UBA; doctora y licenciada en Ciencias de la Educación (UBA)
Publicado en Página 12