Los usos del federalismo de Frigerio en la era Milei

Por Nahuel Baridón (*)

Todo discurso político construye algún tipo de vínculo con el pasado, en la medida en que busca filiarse en cierta tradición histórica y rechazar otra u otras. Porque de manera consciente o no las interpretaciones de la historia suelen producirse, difundirse, apropiarse y utilizarse para fines políticos. Estas “políticas de la historia” son las formas en que se escribe y moviliza la historia con el objeto de afectar la distribución del poder político en una sociedad.

Discurso histórico

El discurso no es solo un medio o instrumento de dominación política que traduce luchas, sino también aquello por lo que y por medio de lo cual se lucha. El discurso es entonces un elemento constitutivo del poder; construye la realidad y nos ofrece una determinada representación de lo político. Pero ¿cuál es la relación entre discurso y narración del pasado? Para responder esto es necesario comprender las particularidades propias que asume el discurso histórico, en tanto narración del pasado. A partir de los postulados de la pragmática y especialmente del llamado “giro lingüístico”, lo discursivo ya no puede concebirse como una dimensión distinguible o derivada de los “hechos”, ni como el mero reflejo de una realidad externa y preexistente, sino como un aspecto constitutivo de su emergencia, fuera del cual no existe orden simbólico ni realidad posible. En este sentido, y dado que la memoria es un fenómeno social y colectivo, una compleja construcción dinámica, procesual y no azarosa, en la que se entremezclan recuerdos individuales y colectivos, experiencias pasadas y situaciones presentes, el pasado debe pensarse como una elaboración discursiva, como un “artificio”, un relato o una narración producto del modo en que los historiadores y/o los protagonistas lo recortan, lo interpretan y lo reconstruyen desde el presente.

Federalismo y entrerriania

El federalismo es uno de los conceptos políticos centrales de la discursividad entrerriana. Sus “usos” se han dado de manera recurrente para la disputa política. Tanto para reclamarle al gobierno central mayores recursos que en teoría le corresponderían a la provincia, como también para reivindicar el estrecho vínculo con el gobierno con sede en Balcarce 50 de la Capital Federal, y beneficiarse por esa relación, el federalismo, como todo concepto político, es polisémico. Podríamos decir que hay tantos federalismos como interpretaciones se han hecho de él. Vale la pena, entonces, preguntarse por este concepto que ha cobrado una inusitada actualidad en el debate público.

El federalismo, casi invariablemente, resuena cada vez que se habla sobre la relación de las provincias con el gobierno nacional. Su origen se remonta a la etapa de la organización política del estado cuando se decidió cual sería la naturaleza del vínculo entre los estados provinciales y el estado central. Pero no importa si estamos en el S XIX, en el XX o en el XXI, el federalismo aparece como anhelo y como bandera con la cual disputar mayores recursos desde los gobiernos provinciales, o también como discurso de la oposición para reclamarle al oficialismo, precisamente, la falta de federalismo. Se lo usa de manera tan recurrente que se ha convertido en parte del sentido común de la política y, por donde, se lo ha vaciado de sentido. Desde el centro a los extremos del arco ideológico se lo invoca y se lo reivindica, y todos los dirigentes políticos se quieren poner la medalla de ser el más federal. Transversal a la cultura política argentina, el peronismo y el radicalismo dotaron a sus discursos de una impronta federal pero no siempre fueron consecuentes con sus palabras. Reclamo genuino de sectores populares y democráticos, los “usos del federalismo” tampoco han sido ajenos a la derecha ni a las oligarquías provinciales.

Frigerio y sus “usos” de la historia

El actual gobernador ha usufructuado el discurso del federalismo con eficacia. Durante la campaña, en las recorridas no había foto donde no haya una bandera de Entre Ríos, con su característica franja roja, símbolo del federalismo. Incluso la puso en su foto de perfil en las redes sociales. Por supuesto que lo hacía para mostrar su “entrerriania” y así contrarrestar las críticas por ser “porteño”.

En la construcción, siempre en proceso, de su relato federal, otra cosa que hace es citar permanentemente a Urquiza. Una pequeña digresión para entender de donde viene esa reivindicación.

En la línea de tiempo de su relato, ubica a la Confederación Argentina comandada por Urquiza (1853-1861) con capital en Paraná, (eran todas las provincias menos el estado de Buenos Aires comandado por Mitre) como la época de apogeo de Entre Ríos, y como el lugar de protagonismo en la historia que supo tener nuestra provincia y al lugar que él la quiere volver a posicionar. En esta línea, por supuesto, la Batalla de Caseros donde Urquiza vence a Rosas el 3 de febrero de 1852 es un hito histórico fundamental al que Frigerio le dio un lugar destacado en su agenda oficial como gobernador.

La reivindicación de Urquiza, en líneas generales, fue apropiada por la llamada “tradición liberal”, mas allá de que hubo y hay muchos quienes lo reivindican que no se identifican con esa tradición histórica. Dicho muy esquemáticamente, el liberalismo lo reivindica porque el entrerriano venció a la “tiranía” de Rosas. Incluso la famosa frase de Urquiza después de vencer en Caseros, “ni vencedores ni vencidos”, fue utilizada por la revolución libertadora que derroco a Perón en el 55. Esa dictadura publicó el famoso Libro de la segunda tiranía (la primera era la de Rosas) donde denunciaba todas las “fechorías” del peronismo, estableciendo así una analogía entre Rosas y Perón. A su vez, casi como un acto reflejo, el peronismo se volvió revisionista y rosista, luego del derrocamiento. La primera mención de Peron a Rosas es en un libro escrito en el exilio. Recordemos que durante su gobierno cuando tuvo que ponerles nombres a las líneas de los ferrocarriles apelo a los próceres del panteón liberal: Urquiza entre ellos.

Todos los gobiernos provinciales se inscriben en una tradición, lo que les permite construir un relato justificador de su propia acción de gobierno. Mucho más en Entre Ríos donde hubo caudillos que protagonizaron distintos momentos de la organización nacional: Artigas (si bien era nacido en la Banda Oriental, su teatro de operaciones fue en gran medida Entre Ríos) y la lucha por la independencia, Ramírez y la Republica de Entre Ríos como reivindicación de las autonomías provinciales, Urquiza y la organización nacional a través de la constitución y por ultimo López Jordán y su lucha contra el gobierno central de Sarmiento y su “guerra de policía” contra los caudillos.

Ahora bien, en el actual contexto político marcado por la incertidumbre, el relato federal del actual gobernador Frigerio se encuentra en una verdadera encrucijada, en la medida que intenta, no sin habilidad retórica, establecer un equilibrio entre sus demandas al gobierno nacional y sus intentos por no enemistarse con un presidente que está dispuesto a todo en su afán de ajustar a las provincias argentinas. La necesidad imperiosa de recursos propios que le pertenecen por coparticipación, más los auxilios nacionales de los que siempre requirió la provincia, se dan de bruces con la furia ajustadora de Milei que está librando una batalla sin cuartel contra los gobernadores y las provincias como nunca antes. La respuesta de hasta cuándo podrá sostener Frigerio ese equilibrio imposible está en la capacidad del peronismo, por primera vez en mucho tiempo en la oposición, de marcarle los límites y de articular un discurso que marque esas contradicciones y busque en su propia historia la capacidad de proyectarse al futuro.

(*) Politólogo de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Entre Ríos
Publicado en Entre Ríos Diario